Encontrar "su lugar" en la escuela es una de las cuestiones centrales de la escolaridad para los adolescentes, sobre todo cuando deben resignificar su rol de aprendices al calor de la transición del primario al secundario. El pasaje "de alumnos a estudiantes", haciendo foco en una relación pro-activa de los jóvenes con el estudio y el aprendizaje, es sin duda un punto crítico para el desarrollo autónomo y la constitución sólida de la personalidad en la adolescencia.
Lo que muchas veces se deja de lado, o en el mejor de los casos no se atiende con la especificidad y dedicación que correspondería, es que estos cambios en lo escolar no se dan sólo en lo cuantitativo (estudiar “más”) sino sobre todo en lo cualitativo (estudiar de otra manera). Esto implica asumir la modalidad propia del secundario, pararse “desde otro lugar” en la relación de los adolescentes con el conocimiento, que los adultos de la escuela brinden a los jóvenes andamios cognitivos que faciliten un aprendizaje autónomo REAL.
En la medida que el adolescente pueda asumir armónicamente su rol como estudiante, ello redundará seguramente en una autopercepción positiva en tanto sujeto competente desde lo intelectual y pro-activo desde lo relacional, con sus pares y los diferentes actores de la escuela.
Lejos de caer en explicaciones unicausales de un tránsito "exitoso" por las distintas etapas evolutivas niñez - adolescencia - juventud, tan sólo se pretende esbozar los efectos positivos cuyas condiciones de posibilidad son mayores al encontrar el alumno su rol como estudiante en la escuela.
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